Las principales características de las imágenes creadas por este gran director de fotografía sueco fueron la sencillez y la naturalidad.
Seguramente, la primera influencia que recibió fue de parte de su padre, quien era un gran aficionado a la fotografía.
Siendo niño, comenzó a practicar la fotografía estática, y como gustaba mucho lo que hacía, le regalaron una cámara de cine de la marca Keystone.
Como era muy joven y con escaso conocimiento en fotografía de cine, tuvo que ser muy paciente y luchar hasta que logró introducirse en una importante productora de su país.
El también sueco director de fotografía Gunnar Fischer (“Fresas salvajes” (1957) “El séptimo sello” (1957) tuvo que abandonar el proyecto de Ingmar Bergman “Noche de circo” y Sven Nykvist fue llamado para reemplazarlo. Comenzó así una fructífera colaboración con Bergman.
Tras fotografiar para el gran director sueco varias películas en blanco y negro (La hora del lobo, Persona, El silencio, Los comulgantes) también rodaron en colaboración varias en color, entre ellas, “Gritos y susurros” (1971) y “Fanny y Alexdander” (1981), con las que Nykvist ganaría sendos premios Oscar a la mejor dirección de fotografía.
Nykvist consagró su vida a su trabajo iluminando y fotografiando películas, algo que tuvo como consecuencia una inestable vida familiar. Su verdadera pareja sentimental fue siempre la luz.