
Presenciar una película proyectada tiene un “aroma” distinto comparado a hacerlo en un televisor. De hecho, ambos medios han sido siempre grandes competidores en la lucha por atraer la atención de las audiencias.
Cuando proyectamos una película en nuestra casa, la experiencia es más parecida a la vivida en una sala de cine.
Para hacerlo antes de la aparición del vídeo doméstico había que recurrir a un proyector que admitiera película de “paso estrecho”, ya fuera el 8 mm, el 9,5 mm (formato nacido en el año 1922 y comercializado, solo en Francia, hasta el año 1960) el Single 8 o el Super 8. Estos dos últimos eran tan parecidos que podían pasarse con el mismo proyector.
Con la llegada del vídeo doméstico, se hizo muy popular el magnetoscopio, el voluminoso aparato que reproducía nuestras cintas VHS o Betacam en el televisor.
El proyector de vídeo se hizo esperar algo más, pero una vez que apareció no dejó de mejorar hasta convertirse en la elección de muchos aficionados en busca de una gran calidad y de la experiencia más cinematográfica posible.
En este artículo hablaremos de las dos formas de proyección de imagen y sonido: la de cine en super-8 (el formato estrecho más extendido), y la proyección en vídeo.
El proyector de vídeo es muy cómodo

Algunos proyectores, como el Optoma HD 27, no reproducen directamente los contenidos procedentes de cualquier fuente, sino que requieren de un reproductor multimedia que se conecta al proyector por HDMI. Este reproductor multimedia es el que recibe la conexión de Internet y al que se conectan las memorias USB o reproductores de DVD y Blu Ray. Una vez tenemos este pequeño dispositivo (cuando nuestro proyector lo requiera), la proyección es muy cómoda y fiable.
En Super-8 el procedimiento es más delicado y complejo al tener que enhebrar la película para que pase de una bobina hasta la otra. La cosa se complica más si estamos proyectando un largometraje que se compone de varias bobinas. Esto obliga a detener la proyección para cambiarlas.
Proyectando en Super-8, la película está sometida a tensión, y siempre existe la posibilidad de que se rompa, sobre todo si tiene muchos empalmes realizados. En vídeo es improbable que ocurra algún incidente.
El Super-8 ofrece una sensación más cálida y cinematográfica.
Una película comercial en Super-8, de la duración que sea, está contenida en su propia caja, con su título y su imagen promocional. Tiene personalidad.
La cogemos con nuestras manos, sacamos la bobina y podemos echar un primer vistazo a los fotogramas de los que se compone. En nuestra mente puede comenzar a formarse la imagen de ese hecho óptico tan sugerente de la luz atravesándolos y plasmándolos en la pantalla de enfrente. Algo parecido a cuando, de niños, creábamos formas con nuestras manos delante del foco de una linterna.
Las bobinas rodando, una vaciándose mientras la otra se llena, y el traqueteo que producen los fotogramas al ser arrastrados, también nos evocan unos recuerdos fuertemente asociados al cine de siempre.
En cuanto a nuestras propias grabaciones con un tomavistas, el proceso fotoquímico que crea los fotogramas en Super-8, unido al sistema de arrastre de la película y a otros diversos factores, dan como resultado unos colores y un movimiento menos parecidos a la vida real, como el cine que es.
El proyector de vídeo es más frío, pero, eso sí, es muy eficaz y versátil.

Para vídeo existe mucho contenido.

Ya sean las grabaciones que hemos hecho con nuestras cámaras de vídeo, nuestras viejas películas en DVD, e incluso en VHS con el cable adecuado, algún vídeo que hayamos bajado de Internet o las películas de sitios como YouTube, Netflix o Amazon Prime, nuestro proyector de vídeo es difícil que se quede sin contenidos que ofrecer.
En cambio, los largometrajes comerciales en Super-8 son escasos y caros. Las películas que hemos grabado con nuestro tomavistas seguramente son también más escasas que las grabaciones que hemos realizado con alguna cámara de vídeo.
Sin duda, los amantes de los formatos estrechos de cine, como el Super-8, no valoramos tanto la cantidad de contenidos disponibles como la búsqueda de una experiencia especial.
El tamaño de pantalla de vídeo puede ser más grande.
La potencia lumínica de una lámpara de proyector Super 8 puede andar por los 100 watios, lo que, aproximadamente, equivale a unos 900/1000 lumens. Esto no es mucho comparado con el brillo que puede alcanzar un proyector de vídeo.
La lámpara de un proyector de vídeo, como el Optoma HD-27, ofrece un brillo de 3.400 lumens, lo que permite un tamaño de pantalla de hasta 301 pulgadas en diagonal.
Una pantalla de este tamaño ofrece una experiencia de visionado muy parecida a la de estar en una sala de cine.
Un proyector de vídeo ofrece muchas opciones personalizables.

Los controles típicos de un proyector Super-8, a excepción de esos destinados a la grabación de sonido, son los de elección de la velocidad (18 o 24 fps. Esta última es la estándar para las películas sonoras), el enfoque, el zoom, elección de pistas de sonido, volumen de sonido y el de centrado del fotograma frente a la ventanilla.
En cambio, un proyector de vídeo viene plagado de botones y controles que nos permiten personalizar la experiencia.
Además del control de enfoque, de zoom, de volumen de sonido, entre los controles más útiles de un proyector de vídeo se encuentran:
- La elección del Apect Ratio (4:3, 16:9, Panorámico).
- La corrección de la distorsión trapezoidal (si el proyector se encuentra separado del centro de la pantalla, el cuadro de luz que reproduce en ella se ve distorsionado. Con este control se puede corregir).
- Sistema de ahorro de energía.
- Elección de fuentes de vídeo.
- Control para vídeo en 3D.
- Abundantes controles para ajustar la calidad de la imagen proyectada.
Las dos formas de proyección encuentran su lugar. Una por la diversidad de contenidos y la comodidad. La otra, porque viene a satisfacer la necesidad de sentirnos más cerca de los diversos elementos que componen esa experiencia cinematgográfica de siempre.
¡Hola equipo de CineFotoVideoYSonido!
Quería expresar mi agradecimiento por este artículo tan interesante sobre la proyección en Super 8 y en video. Como alguien que siempre ha estado fascinado por la historia y la evolución de la cinematografía, encontré este artículo particularmente informativo y atractivo.
Me encantó cómo detallaron las diferencias y similitudes entre Super 8 y video, y cómo cada uno tiene su propio encanto y ventajas únicas. La sección sobre la historia del Super 8 fue especialmente fascinante, ya que no sabía mucho sobre sus orígenes.
Además, aprecié la inclusión de consejos prácticos sobre cómo proyectar en Super 8 y en video. Estoy deseando probar algunos de estos consejos en mi propio equipo de proyección.
Si tienen más información o consejos sobre cómo mantener y cuidar el equipo de proyección Super 8, me encantaría leerlos.
Gracias de nuevo por este artículo tan informativo. ¡Sigan con el excelente trabajo!
Saludos.
¡Hola!
Gracias por tus comentarios, que nos motivan a seguir adelante.
En cuanto al mantenimiento del equipo de proyección, creo que lo recomendable es aplicar las medidas generales para todo tipo de aparatos electrónicos y ópticos:
-Mantenerlos limpios y bien resguardados del polvo y la humedad.
-Ponerlos en funcionamiento de vez en cuando para evitar su deterioro y anquilosamiento.
Saludos.